Arroz más
El fin de ciclo nos ha cogido a todos desprevenidos. Exámenes, monografías, comisiones, despedidas, alcohol, coca, más examenes, exposiciones, algun eventual agarre, exámenes, demasiado.
Ecribo esto desde la sala de profesorea, en cinco minutos debo ir a una vaina ineludible, pero igual de ineludible me parece actualizar mi tan caro blog.
El tema del posteo (que no ha de confundirse con choleo, sobre el que ya hablaremos en otra ocasión) es el ciclo de cine de la Universidad de Lima. Este martes tuve la suerte de ver dos pelas de su ciclo de películas caletas.La que más me ha impresionado, Autohystoria (2007) de Raya Martin, es una inaudita y vital reflexión sobre la violencia política en Filipinas. Dos hermanos asesiandos en tiempos de guerra. Una historia mínima, contada en diez planos secuencia y con cámara digital. Un atentado que en la big picture no es muy significativo, apunto de convertirse en una página más de historia muerta. Este es el punto de partida del autor: la reflexión sobre la banalización de las vidas y muertes de hombres casi tan lejanos como los soldados de la batalla de Salamina. El grito de Martin es una respuesta al olvido y a la banalización: son historias reales, son personas de carne y sangre como nosotros, hemos de llorarlas. Desde el primer larguísmio plano secuencia de la película, historia y diario se entremezclan. La historia del otro de hace un siglo es también mi historia, su dolor es mi dolor, o al menos debería serlo. Y acá viene lo interesante: Martin de facto consigue conmovernos. No es pues finalmente la historia de un lugar y un tiempo lejanos, sino la histeria de todos los días.
Martin es un director filipino joven, muy joven, y como todo digno representante de las jóvenes vanguardias, es arriesgado, irreflexivo, hasta el borde de caer en el descuido. Es mi opinión que no cruza ese borde; se coloca mas bien, peligrosamente lo admito, en una refrescante audacia narrativa que nos hace la película. Es así que bajo presupuesto y actores no profesionales no minan en absoluto una estética que si bien dista mucho de la perfección o la genialidad, conmueve y trasciende. Por un momento, todos vimos también a la muerte a los ojos. Recomendable.
El ciclo de la Universidad de Lima está casi en su totalidad compuesto por películas muy recientes y seguramente imposibles de ver en otro lugar. Una excelente excusa para alejarse por un momento de las obligaciones ineludibles, como la que para ahora ya se me hizo tarde. Hasta tiempos más libres. Hasta el siguinte choleo. XOXO
El tema del posteo (que no ha de confundirse con choleo, sobre el que ya hablaremos en otra ocasión) es el ciclo de cine de la Universidad de Lima. Este martes tuve la suerte de ver dos pelas de su ciclo de películas caletas.La que más me ha impresionado, Autohystoria (2007) de Raya Martin, es una inaudita y vital reflexión sobre la violencia política en Filipinas. Dos hermanos asesiandos en tiempos de guerra. Una historia mínima, contada en diez planos secuencia y con cámara digital. Un atentado que en la big picture no es muy significativo, apunto de convertirse en una página más de historia muerta. Este es el punto de partida del autor: la reflexión sobre la banalización de las vidas y muertes de hombres casi tan lejanos como los soldados de la batalla de Salamina. El grito de Martin es una respuesta al olvido y a la banalización: son historias reales, son personas de carne y sangre como nosotros, hemos de llorarlas. Desde el primer larguísmio plano secuencia de la película, historia y diario se entremezclan. La historia del otro de hace un siglo es también mi historia, su dolor es mi dolor, o al menos debería serlo. Y acá viene lo interesante: Martin de facto consigue conmovernos. No es pues finalmente la historia de un lugar y un tiempo lejanos, sino la histeria de todos los días.
Martin es un director filipino joven, muy joven, y como todo digno representante de las jóvenes vanguardias, es arriesgado, irreflexivo, hasta el borde de caer en el descuido. Es mi opinión que no cruza ese borde; se coloca mas bien, peligrosamente lo admito, en una refrescante audacia narrativa que nos hace la película. Es así que bajo presupuesto y actores no profesionales no minan en absoluto una estética que si bien dista mucho de la perfección o la genialidad, conmueve y trasciende. Por un momento, todos vimos también a la muerte a los ojos. Recomendable.
El ciclo de la Universidad de Lima está casi en su totalidad compuesto por películas muy recientes y seguramente imposibles de ver en otro lugar. Una excelente excusa para alejarse por un momento de las obligaciones ineludibles, como la que para ahora ya se me hizo tarde. Hasta tiempos más libres. Hasta el siguinte choleo. XOXO
12:17 p. m.
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